En una soleada tarde de verano, con el bello clima de la Toscana italiana, caminaremos juntos tú y yo; tomare tu mano para que salgamos a disfrutar de un recorrido por los alrededores de la finca que justo ese día recibirá nuestra presencia como propietarios, pues al parecer es ahí donde el destino nos llevará a vivir, en un bello lugar del mundo con clima mediterráneo.
Tomabas un par de libros que recién acabaremos de adquirir en una peculiar tienda de libros en medio de Florencia, uno era un libro de Baudelaire y el otro un extraño breviario atribuido a Paracelso y escrito en versos rítmicos en un extraño español con poco sentido al parecer, pero con mucho ritmo.
La finca largamente abandonada necesitará algunos arreglos, olerá a musgo y recuerdos, a madera y sueños, a resina y brea; todo eso sin lugar a dudas mezclado con tu perfume y el mío creará un aroma que sabremos desde el primer momento que huele a hogar, al nuestro.
La atmósfera será etérea pues algo extrañamente suspendido en el aire nos hará saber que ese es el hogar, el lugar donde he de amarte durante muchos días, donde hemos de compartir momentos maravillosos frente al fuego, donde hemos de aprender juntos leyendo y hacer mucho amándonos. Así ese lugar tendrá escrito en cada pared que es el hogar que nos ha esperado desde siempre para consolidar por fin nuestra unión, nuestra alianza eterna en la que comenzamos a vivir como una pareja indisoluble a través del tiempo.
Ese es en ese tiempo nuestro mundo, y quiero que lo hagamos nuestro, que lo recorramos, lo reconozcamos y lo marquemos con nuestra energía para hacerlo realmente parte de nosotros.
-vamos -diré- tomando tu mano y haciendo que salgamos corriendo juntos.
En ese caminar veremos árboles en los alrededores e intencionalmente enfocare tu atención en la lectura de un bello pasaje de los libros mientras nuestros pasos avanzan hacia el horizonte y la plenitud de los campos de girasoles y justo ahí te llevaré al centro de esa gran plantación jugando contigo a sabiendas que alrededor no hay nadie más pues ese lugar es nuestro.
Te besare tomando tu rostro entre mis manos, mientras mi cuerpo se acerca al tuyo empujándolo entre las altas flores, internándonos cada vez más, mientras más entramos entre los girasoles, más pasional es el beso que nos une, mientras eso pasa, mi ser desea que esas flores rompan tu ropa y la mía, que mientras pasamos entre ellas tu ropa se quede ahí y la mía también, más eso no sucede, aunque si se atoran, jalan y aflojan la ropa haciéndote lucir sensualmente desarreglada al bajar los tirantes de tu ropa, ayudándome a desvestirte.
Llegando al centro, donde ya no se ve nada más que girasoles hasta donde alcanza la vista, acaricio tu cuerpo por encima de la ropa, te toco, aprieto y acaricio firmemente tus piernas, demostrando que son el primer objeto de mi deseo en ese momento pues mi ser desea estar entre tus piernas amándonos.
Entre caricias presión, besos caricias desenfrenadas y descontroladas ansias de tocarnos mutuamente doblamos varias plantas de girasol, haciendo una cama al centro, mientras hacemos eso acaricio tu cintura, beso y muerdo tu cuello desde atrás mientras te acaricio el cuerpo firmemente y te hago sentirme presionando mi sexo contra el tuyo para que sintamos mutuamente las ansias de ser uno y que vayan aumentando con cada caricia; para que se sienta en ambos ese deseo, esas ansias exquisitas de estar dentro de ti, de que esté dentro de ti.
Continuamos con ese disfrute maravilloso, te acaricio firmemente, comienzo a meter mis manos dentro de tu ropa, a tocar tu piel directamente, a sentir la humedad de tu sexo con mis dedos que rítmicamente tocan tu delicioso interior sintiendo como tú ser se alista para nuestra unión, para recibir el deseo y amor que tengo perpetuamente por ti.
Pasa un largo rato, en ese tiempo quedamos frente a frente amándonos por encima de la ropa, frotando nuestros cuerpos, mientras te veo a los ojos y te beso, diciéndote lo mucho que te deseo, lo mucho que te amo y los grandes deseos que tengo de sentirte...
Entonces ya con un área considerable liberada para amarnos comienzo a desnudarte al mismo tiempo que comienzan a caer las primeras gotas de lluvia tibia, sobre tu piel y la mía, creando una atmósfera deliciosa, pues tu ropa de desliza hacia abajo junto con el agua revelando esa piel tan deseada por mi tan amada, que tanto ansío y que quiero poseer, amar y hacer sentir todo el tiempo que vivas.
Tu ropa cae, (aquí te preguntó directamente: ¿que traías puesto en el sueño? Yo sé, pero amaría que tú me digas Vannesa), seguida de aquello que cubría mi torso, te recuesto sobre nuestra ropa mientras completamos el lugar donde yaceremos juntos con mis pantalones, estamos ahí y lo único que separa mi ser del objeto de mi deseo que es fundirme contigo es tu ropa interior; te acaricio mientras mi cuerpo se presiona contra el tuyo, y nos sentimos mientras solo delgadas telas separan nuestros sexos y jugamos con la sensación y el ansía, con el deseo y la exquisitez de amarnos.
Amo como las gotas de agua tibia caían del cielo sobre tu cuerpo, como dibujaban tu ser y junto conmigo esa agua te amaba y me amaba a mi junto contigo.
Besar tus pechos mientras los descubría fue exquisito, tú te estremecías, te quejabas exquisitamente entre suaves y rítmicos suspiros, en mis manos, mientras mi boca amaba tus pechos mis manos acariciaban una tu espalda y la otra tus piernas y mi ser se apretaba contra tu cuerpo presionando nuestros sexos que palpitaban con él ansia de volvernos uno solo.
Finalmente quedábamos sin ropa y entraba en ti, poco a poco sintiendo tu exquisito interior, poco a poco, sin prisa, mientras el agua caía sobre nuestros cuerpos y todo olía a flores, tierra húmeda y bosque húmedo, como tú delicioso y cálido interior.
Te sentí, exquisita, palpitante, cálida, milímetro a milímetro di gracias por sentirte, me tome todo el tiempo del mundo para saborear lo delicioso de entrar en tu cuerpo, para ver tus ojos mientras tu calor me abrazaba y me sentías al tiempo que temblabas sintiéndonos, liberando suspiros rítmicos mientras entraba en ti, para finalmente al sentirme muy dentro de ti abrazarte a mi y fundir tus labios con los míos con una pasión exquisita que aún amo.
Nos quedamos así un largo rato sintiéndonos completamente unidos como uno solo, haciéndome feliz el estar fundido a ti con esa pasión.
Y entonces... él ansia de hacernos sentir más y amarnos creció... y comencé a moverme rítmicamente dentro y fuera de ti, primero suave e incrementando la intensidad, la fuerza y la velocidad, mientras te estremecías, mientras te acariciaba y comenzabas a quejarte más y más fuerte, te ame sobre aquella cama improvisada, te sentí deliciosa, sublime y gloriosa, queriendo mantener esa sensación perpetuamente, tu calor, tu humedad, tu amor.
Así pasamos horas amándonos, horas viendo y sintiendo tu cuerpo estremecerse, horas cambiando la forma en que veía tu amado cuerpo, horas en que acaricie cada parte de tu cuerpo mientras te amaba y contemplaba dichoso el estar unido, amando y haciendo sentir placer a la mujer que amo; todo mientras la lluvia nos baña tibiamente sin parar, ni importar un solo minuto, pues el exquisito acto de amarte mientras ambos somos bañados desde el cielo es un placer que deseo tener solo contigo.